20 junio, 2010

Los humanos son muy distintos a las ratas, las moscas, o a cualquier otro animal, (en lo referido a la reproducción).

“Impulsado al aumento de su especie, por un instinto igualmente fuerte, la razón interrumpe su comportamiento, y se pregunta si acaso esto no podrá significar traer seres al mundo para los cuales no tendrá después el sustento. Los efectos de este control preventivo son complicados en el hombre. Este cálculo anticipado es peculiar al ser humano y surge de la notoria superioridad que le es propia, de sus facultades de razonamiento, que le permiten sacar consecuencias distintas.”

La cita anterior, es, -créase o nó,- de un clérigo anglicano profesor de Historia moderna y de Economía Política que vivió en la Inglaterra de los albores de la revolución industrial: el reverendo Thomas Malthus. Claro que está tomada de un escrito de su etapa de madurez. En su juventud, Malthus enunció lo que sería llamada su “teoría” de la población, cuyo postulado fundacional puede decirse que fue el que sigue:

….“Creo que puedo sentar honradamente dos postulados: primero, que el alimento es necesario para la existencia del hombre,; segundo, que la pasión entre los sexos es necesaria, y permanecerá aproximadamente en su estado actual. Esas dos leyes, desde que tenemos algún conocimiento de la humanidad, parecen haber sido leyes fijas de nuestra naturaleza; y así como hasta ahora no hemos visto en ellas alteración alguna, no podemos concluir que algún día dejarán de ser lo que son ahora.
Suponiendo pues, que han sido aceptados mis postulados, digo que el poder de crecimiento de la población es indefinidamente mayor que el poder de la Tierra para producir las subsistencias para el hombre. La población, cuando no es regulada, crece en una proporción geométrica. Las subsistencias crecen únicamente en una proporción aritmética.
En virtud de la ley de nuestra naturaleza, que hace que el alimento sea necesario para la vida del hombre, los efectos de esos dos poderes desiguales deben ser igualados. Esto implica que hay que contener severa y constantemente el crecimiento de la población como consecuencia de las dificultades para su subsistencia”.

Esto es el párrafo principal de un panfleto anónimo publicado en 1798 y que se tituló: “Ensayo sobre el principio de la población en cuanto afecta al futuro mejoramiento de la sociedad; (con observaciones sobre las especulaciones de Mr. Godwin, Mr. Condorcet y otros escritores)”. Este escrito tuvo un profundo impacto en la sociedad anglosajona de la época, y su influencia se ha proyectado hasta hoy; en todo el mundo, y principalmente en Occidente. El autor, que muy pronto debió darse a conocer, dada la celebridad que adquirió, tenía entonces treinta años, y era un cura rural, soltero y, puedo suponer, aburrido, que no pretendía más que hostigar un poco a los pensadores utópicos de su época, Godwin, Condorcet y otros, como tan diáfanamente lo expresa en el mismo título.
Ni por casualidad se le habría ocurrido enunciar una “teoría” de la población, en el sentido estricto del término, sino que solamente buscaba un fundamento para replicar a los utopistas, una especie de “divertimento”, nacido de una intuición del momento, que tuvo el efecto de una bola de nieve lanzada por la pendiente, que termina convirtiéndose en avalancha.
Años después, Malthus declaraba:
“El Ensayo, fue escrito sin pensarlo, con los pocos materiales que estaban a mi alcance en un pueblo rural. Los únicos autores consultados fueron Hume, Wallace, A. Smith y Price.”
A consecuencia de su repercusión y de la celebridad ganada, Malthus ocupó el resto de su vida en recopilar antecedentes para la demostración de los postulados del “Ensayo”, y así como tenemos que en su versión original éste constaba de algo más de una docena de páginas, en las ediciones sucesivas se fue convirtiendo en un tratado cargado de centenares de páginas de estadísticas de todo el mundo, todas las que en vida pudo recabar.
Es decir, la conclusión primero, los datos después, exactamente lo contrario del método científico, y en el transcurso del tiempo Malthus derivó su atención desde el enunciado original, hacia las causas que él observaba de que la población no tuviera un crecimiento explosivo en todo el mundo, lo que creía ver en Inglaterra.
Sus conclusiones fueron que los obstáculos para el desbordamiento de la población mundial eran de carácter principalmente “positivo” (así los llamó), en los países atrasados. Esto es, las guerras, las epidemias, las hambrunas, etc., y postuló, para el mundo “civilizado” (es decir, Inglaterra), la adopción de los obstáculos “preventivos”, es decir, restringir los nacimientos, antes que esperar que la naturaleza o las guerras se encargaran del eliminar seres humanos.
A esto lo llamó “restricción moral”, y sólo se limitó a promover la postergación del matrimonio; en sus palabras, “la restricción del matrimonio por motivos de prudencia, con una conducta estrictamente moral durante el período (célibe) anterior a éste”.
El mismo practicó la receta y se casó con una de sus primas a la edad de 38 años.
Malthus no defendió la limitación de los nacimientos mediante artificios preventivos. Como clérigo que era, sólo defendió la “restricción moral”, en los términos ya expuestos.

Todo el horror que vendría después, debe cargarse con más precisión (aunque con similar injusticia) a los llamados ”neomalthusianos”, los que tomaron el postulado fundacional de Malthus y lo siguieron estirando y retorciendo hasta límites que habrían sido inconcebibles en un principio. Pero en el origen del movimiento encontramos hombres de gran estatura moral e intelectual, pensadores notables que serían los primeros en horrorizarse de poder ver el espectáculo actual de las derivaciones de sus teorías.
Francis Place, inequívocamente iniciador del “neo-Malthusismo”, abogó abiertamente por la restricción artificial de los nacimientos, pero nunca dejó de defender que tal cosa debía ser una opción voluntaria e individual. Las ideas de Place fueron adoptadas, desarrolladas y difundidas posteriormente por Carlile, Owen, Knowlton, Bradlaught y Annie Bessant, etc.
En 1883 se publicó el trabajo fundacional de Galton, donde se planteó por primera vez la doctrina de la Eugenesia. Basándose en los postulados de su primo Darwin, el que a su vez fue un admirador declarado de Malthus, Francis Galton postuló que mucho más importante que preocuparse por cuestiones de número, sería la cuestión de la calidad, y más aún, contando ya con algunas nociones de la naciente ciencia genética, habría que abocarse al “mejoramiento” de la especie humana. Declaró que debe emplearse severamente la fuerza para impedir la propagación libre y fácil de los que están seriamente afectados por la locura, la debilidad mental, la criminalidad habitual, y el pauperismo. “Que no haya más hijos indistintamente, sino más hijos de la mejor clase y menos de la peor” .
Sabemos ahora donde terminaban las ideas de Galton: en un lugar llamado Auschwitz.
De la aceptación de la anticoncepción como política, externa a la libre opción individual, idea que está implícita y explícita en la eugenesia, a la aceptación del aborto inducido e intencional, hay, en realidad, un paso muy corto. Un paso que Occidente dio desaprensivamente en el pasado siglo, con la sola oposición de la iglesia católica, aunque con poco éxito.

De las ideas de Malthus brotó, como rama lateral, el Ecologismo actual, la ideología del “somos demasiados para este planeta”(*), o del “si todos quisieran vivir como nosotros, el planeta se revienta”, muletillas predilectas de ese movimiento antihumano.

Del mismo modo podemos apreciar, con espanto, como las ideas malthusianas y neomalthusianas vienen cristalizándose en una Europa que se muere de vieja; una Sociedad de matrimonios tardíos, donde se crían más perros falderos que niños, y donde el aborto ha llegado a ser una práctica normal, un método más de restricción de la natalidad; Latinoamérica sigue el mismo camino, y no hay mucha esperanza de que esto se pueda revertir. Nadie sabe qué pasará con las opulentas sociedades actuales cuando el número de ancianos pensionados supere largamente al de trabajadores activos; nadie sabe qué ocurrirá con los servicios médicos, la seguridad social, la innovación, el desarrollo, cuando los que solo desean (y merecen) abocarse al descanso lleguen a ser la mayoría.
Menudo problema.
Todo lo que se está viendo es lo contrario de lo que intuyó Malthus: de vez en cuando contemplamos horrorizados cómo en Europa se botan los alimentos como leche o trigo simplemente porque su precio no es del agrado de sus subvencionados agricultores, y simultáneamente nos llegan noticias de sus cada vez menores tasas de fecundidad, que ya no alcanzan ni de lejos para mantener la población actual. Esto es exactamente el escenario opuesto a las previsiones maltusianas, que postulaban la explosión demográfica y la escasez de alimentos. Esto no impide que el ambiente intelectual esté plagado de “neomalthusianos”(**).
Me entero de que España tiene una nueva ley de aborto. Otro engendro progre, me imagino, y supongo que será para hacerlo más expedito y fácil. Para eso los socialistas son lo mismo en cualquier parte del mundo. Extrañamente Marx no fue malthusiano; antes bien, criticó acerbamente las ideas de Malthus, pero en esto ha prevalecido la postura del socialismo anglosajón, iniciado por los Owen (padre e hijo).
Los más conspicuos salvadores del clima de hoy, fueron también los más convencidos antinatalistas en las décadas anteriores; la “population bomb” fue su anterior caballo de batalla, y también dijeron, en su momento, que “la explosión demográfica es el problema más acuciante de la humanidad”, lo que hoy dicen del imaginario “cambioclimático”. La salvación del clima, y el “somos demasiados en el planeta”, son en realidad, caras de un mismo dado.
Mientras el boss se ocupaba de la instrucción de miss Mónica Lewinski en el salón oval, Al Gore fue, ni más ni menos, el jefe de la delegación yanki a la “cumbre” de El Cairo de 1994, donde intentó, sin ambages, imponer el aborto como política poblacional para las naciones pobres de Africa, lo que le valió un choque frontal con El Vaticano y los paises islámicos.

Es de lamentar, y mucho, la defección de los paises católicos de Europa, y particularmente doloroso es el caso de España, otrora baluarte mundial de la Fe católica, y potencia evangelizadora universal. Nadie, en toda la Historia, hizo más por difundir el Evangelio Cristiano en el mundo que los reyes católicos de España. Y esto es independiente de los desmanes que puedan haber perpetrado algunos de sus esbirros. Su descendiente actual, sin embargo, no ha sido más que un cero a la izquierda incapaz de detener la campaña antinatalista- y abortista en su propio reino.



(*) Es interesante analizar las derivaciones de esta falacia: del “somos demasiados para este planeta”, surge espontáneamente la noción de que hay humanos que están sobrando. Claro que siempre son los “otros” los que sobran. “Somos” demasiados para este planeta, claro, pero los que sobran “son” otros: los que tienen la piel de otro color (no blanca, para decirlo de algún modo) por ejemplo, como lo prueba la pretensión de Al Gore en El Cairo en 1994, y las campañas de las ONGs para regalar condones en Africa, con el pretexto de prevenir el SIDA. O los que practican otra religión, o los que por cualquier motivo se nos antojen muy diferentes de “nosotros”. Hoy día, el “progresismo” no puede aparecer como racista ni fundamentalista religioso, así que los que “sobran” son los que aún no han nacido. Así no encuentran ningún freno moral para promover la esterilización y el aborto; al fin y al cabo, un niño en gestación puede ser un ser vivo, pero no necesariamente un ser humano, como ha dicho cierta buenamoza pero muy tonta ministra progre.
………………………………..
(**) Urgando en “Elmundo.es” (poner "Malthus" en el buscador) me he encontrado con algunas perlas:

Como esta, por ejemplo:

“De la misma manera, si se suministran cocinas de butano a la población india, se reduce la contaminación sobre las cocineras y sus familias, pero al aumentar la eficiencia, se pueden hacer mas comidas calientes en vez de frías, y aumenta, de hecho, la emisión neta de CO2.”.
¡(¿autor? …….¡Exacto: ! …. Antonio Ruiz de Elvira)

“El colapso climático/energético, cuando llegue, al menos nos volverá a nuestro lugar en la naturaleza.
Al final estoy pensando, como Lovelock, que quizás es mejor que haya fracasado Copenhague y que avancemos como locos hacia el colapso: Un buen shock a veces vuelve a los locos de nuevo a la cordura.
A veces.”

(del mismo filósofo),.

Y esta otra, del maestro Lovelock:

“Excelente pregunta. Malthus tenía razón. De habernos mantenido en mil millones, la cifra que él daba hace 200 años (¿?), talvez no tendríamos que enfrentarnos ahora a la muerte a gran escala. Pero habrá supervivientes,……”

o esta….

“Gracias por su pregunta sabia. Desgraciadamente, no se puede detener el calentamiento global. Si, por algún arte de magia, paráramos todas las emisiones de CO2 mañana mismo, el planeta se calentaría más rápido. Debemos hacer una retirada sostenible de este nuestro mundo insostenible. Probablemente desplazándonos hacia regiones más frescas, como el ártico……”


04 junio, 2010

La Tesis de Aramis (o .. cómo construir una economía verde, de Krugman)

La Tesis de Aramis
Se me viene el recuerdo de una de aquellas lecturas de la infancia que no se olvidan: el mítico D´Artagnan está empeñado en reunir a los “tres mosqueteros” que por algún motivo que ya no recuerdo están en receso, cada uno dedicado a sus asuntos. Encuentra a su amigo Aramis recluido en su convento, concentrado en la redacción de su Tesis, con la que espera doctorarse en Teología. Aramis explica en sucintos términos los postulados de su investigación:
Cuando el Pontífice imparte una bendición puede hacerlo con un dedo, en el que se simbolizará al Dios único y todopoderoso. Puede hacerlo también encogiendo los dedos meñique y pulgar, de manera que los tres dedos restantes serán simbolismo de la Santísima Trinidad. Por último puede hacerlo asperjando agua bendita mediante un hisopo consagrado en el que se simbolizará toda la multitud celestial; los ángeles y arcángeles, querubines y serafines, las vírgenes y los mátires, los santos, ec. Etc. ¿En qué ocasiones será adecuado usar cada tipo de bendición? He aquí el temario de la tesis de Aramís.
En este sabroso pasaje el viejo Dumas nos deja una lección imperecedera:
se puede hacer una tesis doctoral a partir de cualquier tontería, y sólo hace falta que el escritor y el lector estén de acuerdo en algunos conceptos básicos, como que el cangrejo es inmortal, o que las vacas vuelan, o que el dióxido de carbono es un peligroso contaminante para la atmósfera, o… etc.

Paul Krugman es un economista galardonado con el Premio Nobel (Economìa 2008).
En este artìculo, expone ideas sobre cómo intervenir la economía mundial a fin de conseguir que la humanidad reduzca drásticamente las emisiones de diòxido de carbono (CO2), o como se dice ahora, a fin de “descarbonizar” la economía mundial (planetaria, quiero decir).
Por lo tanto, si en el imaginario de Krugman, la economía “verde” es la que se orienta a reducir el carbono (básicamente el CO2), de la atmósfera, entonces, ¡¿A qué se refiere con el adjetivo “verde”?. Porque si este se refiere al color de la vegetación, lo que comunmente se asocia a la idea de feracidad, vida y naturaleza, ¿no está enterado acaso de que el color verde en los vegetales se debe a dos pigmentos (clorofilas a y b), es decir MACROMOLECULAS estructuradas en torno a larguísimas cadenas de átomos de carbono1?.
Efectivamente, todo el color verde que popularmente se asocia con la idea de vegetación, feracidad y naturaleza se debe a un compuesto carbónico, y todo ese carbono sintetizado por las plantas tiene un solo y exclusivo origen: el CO2 del aire.

En estricto rigor entonces, la Naturaleza es “verde” gracias a que en la atmósfera hay CO2, el que sirve de alimento a nuestras plantas “verdes”, y por extensión a todas las demás creaturas vivientes (nos inclusive), pero el economista aboga por construir una economía “verde” en base a reducir el CO2 y esta grotesca contradicción conceptual de Krugman es caricatura de toda la mitología subyacente al movimiento “climático” y toda su paranoia actualmente tan en boga.

En el artículo que comento, (publicado originalmente por el New York Times, y diligentemente reproducido por “Elpais.com”, de donde saltó al “Portal Forestal”), el galardonado economista se explaya en un enjundioso ensayo sobre los rumbos que deberá tomar la “economía climática” durante el resto del siglo si queremos salvar al planeta. Se analizan con toda seriedad los dos caminos propuestos al momento: el mecanismo de “cap and trade” (mejor traducido como “tope y trueque”), creación eximia de los economistas del protocolo de Kioto, y el más directo de aplicar enérgicos impuestos al carbono (o a la “huella de carbono” como se dice ahora), genialidad defendida, entre otros, por el destacado climatólogo de la Nasa Mr. James Hansen (autor de una histórica “carta abierta” al mesías Obama y su Sra. Esposa: “queridos Barak y Michel”, empezaba diciendo).
En qué casos, y con qué ventajas o limitaciones se aplicaría uno u otro mecanismo, o una combinación de ambos, es el temario del exhaustivo análisis de nuestro nobel, en el que despliega toda su experticia; es decir, la Tesis de Aramís, en versión ecoprogre, cambiando la teología por la economía.

Comentaba en otro artículo como un nobel de química (Paul Crutzen) defiende la estúpida idea de contaminar masiva y deliberadamente la atmósfera con dióxido de azufre con el fin de reflejar de vuelta al espacio la radiación solar (lo que nos permite estar vivos, al fin y al cabo), y así salvarnos del “calentamiento global”. Aquí tenemos a un nobel de economía que no menos estúpidamente pretende que aceptemos empobrecernos y meternos en otra “burbuja” económica aún mucho peor que la última con la misma supuesta finalidad.
La sarta de cuchufletas y lugares comunes llaga a abarcar 18 páginas en el formato word habitual, así que por si alguien se anima a leerlo …está aquí. Por esta parte me limito a comentar algunas de sus más descollantes ucurrencias.

Pero no por eso dejaré de reproducir el “abstract” que le hicieron los cerebros de “elpais.com”, que habla por sí sólo, y la introducción del propio autor, que tiene la misma virtud.

El “abstract” de “elpais.com”
**Hace mucho que habría que haber hecho algo sobre las emisiones de CO2
**La incertidumbre es un argumento a favor de medidas más fuertes
**Se precisan incentivos de mercado y controles del uso de carbón
**No habrá solución sin la participación de las economías emergentes
**Evitar la catástrofe es más importante que mantener los mercados abiertos
**La probabilidad de un desastre absoluto debe dominar el análisis
**La política debe tener mucha más perspectiva que los mercados
**La economía debe acostumbrarse a no usar combustibles fósiles
**Los cálculos sobre el calentamiento han subido radicalmente
**Si los chinos no quieren participar, harán falta el palo y la zanahoria
**Un clima más cálido haría que el mundo fuese más pobre
**Tiene que renacer el apoyo político a la actuación contra el cambio climático
**El panorama inmediato no parece prometedor
**Poniendo precio a las emisiones se pueden obtener grandes resultados
**Reducir el CO2 ralentizará la economía, pero no demasiado
**EE UU y la UE podrían plantearse imponer aranceles al carbono
**Las pérdidas podrían llegar al 5% del PIB mundial, o incluso más
**Las emisiones de hoy influirán sobre la atmósfera durante décadas
**El cambio de actitud más soprendente es el de John McCain

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La introducciòn del autor


Si escuchan a los climatólogos -y a pesar de la implacable campaña para desacreditar su trabajo, deberían escucharlos-, hace ya mucho que habría que haber hecho algo respecto a las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero. Aseguran que, si seguimos como hasta ahora, nos enfrentamos a una subida de las temperaturas mundiales que será poco menos que apocalíptica. Y para evitar ese Apocalipsis tenemos que acostumbrar a la economía a dejar de usar combustibles fósiles, sobre todo carbón.


“Si escuchan a los climatólogos…” o sea, en el concepto de Krugman, “los climatólogos”, son una suerte de clon de descerebrados unánimes entre los cuales no cabe duda alguna acerca del tema que es su campo propio de investigación. La consecuencia de esto sería que “los climatólogos” no tienen razón de existir. “La ciencia ya se ha pronunciado”, dice el maestro Gore, por lo tanto, hay que dejar a los políticos para que con sus brillantes ideas nos salven. “Los climatólogos” terminan siendo así como meros sacerdotes del “cambioclimático”. Toda la construcción teórica de Krugman se basa en este dogma estúpido, como se puede deducir de la lectura del artículo.


¿Pero es posible realizar recortes drásticos en las emisiones de gases de efecto invernadero sin destruir la economía? Al igual que el debate sobre el cambio climático, el debate sobre la economía climática(¿!) tiene un aspecto muy distinto visto desde dentro, en comparación con el aspecto que suele tener en los medios de comunicación populares. El lector ocasional podría tener la impresión de que hay dudas reales sobre si las emisiones pueden reducirse sin infligir un daño grave a la economía. De hecho, una vez que uno filtra las interferencias generadas por los grupos de presión, descubre que los economistas medioambientales en general coinciden en que con un programa basado en el mercado para hacer frente a la amenaza del cambio climático -uno que limite las emisiones poniéndoles un precio- se pueden obtener grandes resultados con un coste módico, aunque no despreciable. Sin embargo, hay mucho menos consenso en cuanto a la rapidez con la que deberíamos actuar, si los esfuerzos de conservación importantes deben ponerse en marcha casi de inmediato o intensificarse gradualmente a lo largo de muchas décadas.
En los párrafos siguientes presentaré un breve informe sobre la economía del cambio climático, o más exactamente, la economía de la reducción del cambio climático. Trataré de exponer los asuntos sobre los que hay un acuerdo amplio, así como aquellos que siguen siendo objeto de importantes disputas. Pero primero, una introducción a la economía básica de la protección medioambiental.

Ahora algunas de las perlas del artículo de Krugman:


“De modo que ahí lo tenemos, ¿no? La emisión de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero es un efecto externo negativo típico (el "mayor fallo del mercado que el mundo ha conocido jamás", en palabras de Nicholas Stern, autor de un informe sobre el tema para el Gobierno británico)”.


Aquí cita a su amigo Stern, de modo que en justicia, el disparate no es de su autoría. La emisión de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero es un efecto externo negativo típico, dice nuestro economista, y la pregunta que salta a la mente es ¿cuáles “otros” gases de efecto invernadero?. Seguramente se refiere al vapor de agua y al metano, pues son estos tres gases los únicos que en conjunto pueden considerarse significativos para el llamado “efecto invernadero”, con gran preeminencia del vapor de agua. Pero sucede que son estos tres gases los que todos los seres vivos estamos obligados a emitir masivamente durante nuestra existencia como parte de nuestro metabolismo vital. Sucede entonces que la vida misma tiene “efectos externos negativos típicos”, (negativos ¿para quién?… todos los dias se aprende algo).


“Éste es un artículo sobre la economía del clima, no sobre la climatología”
¡La economía del clima! (lo quefaltaba)

“Pero antes de abordar la economía merece la pena aclarar tres cosas en relación con la situación del debate científico.
La primera es que, sin duda, el planeta se está calentando. ….si se observan las pruebas como es debido -teniendo en cuenta las medias a lo largo de periodos lo bastante prolongados como para anular las fluctuaciones-, la tendencia ascendente es inequívoca: cada década sucesiva desde la de los setenta ha sido más cálida que la anterior”.



Lo anterior, además de ser discutible (por no decir falso), nos deja en claro que Paul Krugman considera que una subida de algunas décimas de grado en cuatro décadas puede tenerse conmo “tendencia ascendente inequívoca”, y que un lapso de cuatro décadas puede tenerse como “período lo bastante prolongado”. Obvio, no es un artículo sobre climatología.

“En segundo lugar, los modelos climáticos predijeron esto con mucha antelación, e incluso adivinaron la magnitud del aumento de las temperaturas con bastante aproximación. Mientras que es relativamente fácil idear un análisis que haga coincidir datos conocidos, es mucho más complicado crear un modelo que prediga el futuro con exactitud. Así que el hecho de que los creadores de los modelos predijesen correctamente hace más de 20 años el calentamiento mundial futuro les da una enorme credibilidad”.


Esto si que es totalmente falso, y además tendencioso, porque el clima siempre está cambiando, y en forma cíclica, así que habrá períodos en que se esté calentando y períodos en que ocurra lo contrario. Cualquier “pronóstico” que se haga tendrá 50% de probabilidad de parecer correcto por algún tiempo; y también es evidente que todos los “modelos” están hechos para predecir un “calentamiento”. La afirmación final de la cita (la de la “enorme credibilidad”), es uno de los mejores chistes del artículo.

Con respecto a los escándalos de manipulación y ocultación de datos descubiertos en el CRU de la Universidad de East Anglia, que tuvieron de protagonista al tristemente célebre Philip Johnes, nuestro economista nos lanza la siguiente perla:


“Pero esa no es la conclusión que se podría extraer de los muchos informes de los medios de comunicación que se han centrado en asuntos como los mensajes de correo electrónico pirateados y los científicos que hablan de "hacer trampa" para "ocultar" una caída anómala en una serie de datos o expresan el deseo de que los artículos de los escépticos del cambio climático queden excluidos de las revisiones de investigación. La verdad, sin embargo, es que los supuestos escándalos se esfuman al analizarlos más de cerca, y solamente revelan que quienes investigan el clima también son seres humanos2. Sí, los científicos procuran que sus resultados destaquen, pero no se ha suprimido ningún dato. Sí, a los científicos no les gusta que se publiquen trabajos que, en su opinión, crean deliberadamente confusión respecto a los problemas. ¿Qué tiene de extraño?”


“solamente revelan que quienes investigan el clima también son seres humanos” ¿PODRÍA ALGUIEN, ADULTO Y DE INTELIGENCIA NORMAL, aceptar un argumento tan pueril y tan estúpido para justificar la deshonestidad científica? ¿Acaso no es cierto que en este montaje se queman anualmente millones de dólares de dinero público (es decir, succionado de los contribuyentes por las mafias parásitas de las burocracias gubernamentales), y lo menos que se puede exigir es que se administren honestamente?


En mi opinión esta fué la cumbre de los disparates del artículo de Krugman, el non plus ultra del no entender nada de nada. Es equivalente a decir: “es cierto que mintieron, pero lo hicieron por lo que creían una buena causa, y al fin y al cabo son humanos” es decir, el viejo y fatal “El fin justifica los medios” la antitesis de la ética más elemental.


Podría seguir, pero la paciencia también tiene un límite. El que quiera leer el mamotreto completo, puede encontraro en el link que puse más arriba.
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